Salman Masalha
El viaje a Libia del liderazgo
de los árabes israelíes
expone la miseria
de esos representantes
El viaje a Libia del liderazgo
de los árabes israelíes
expone la miseria
de esos representantes
Esta semana la visita a Libia de una delegación árabe israelí ha significado la pérdida de su orientación moral y política. El grupo, que incluía representantes de todos los partidos políticos árabes y de diversos sectores y comunidades, manifiesta la profundidad de la confusión política entre esos que pretenden representar a los ciudadanos árabes de Israel. La visita no hizo nada para ganarse el respeto tanto de los miembros individuales como de los grupos de la delegación.
Estos miembros de la delegación se aborrecen mutuamente tanto al menos como desprecian Avigdor Lieberman y sus secuaces en los partidos sionistas, en algunos casos incluso más. Sin embargo, maravilla de maravillas, de pronto todos ellos se han unido para volar y disfrutar de la hospitalidad de nada menos que Muammar Gadafi, el hombre que más que ningún otro representa el lado más desagradable de los regímenes árabes, la autocracia tribal. Este individuo caprichoso e impredecible puede decir una cosa y la contraria al mismo tiempo y sin pestañear, y nadie se atreverá a pedirle que se explique por temor a que esa pregunta sea la última que realice.
Después de la comida ofrecida por su anfitrión, llegaron los discursos serviles, esos que incluían todos los viejos y cansados lemas y las alabanzas superlativas que los déspotas de la más estopa siempre esperan a recibir. Quien superó a todo el mundo fue el diputado Talab al-Sana, quien solicitó al tirano que abrirá sus universidades a los estudiantes árabes de Israel. Y su deseo fue concedido de inmediato.
En lugar de mostrar interés por las escuelas y la educación de aquí, en Israel, Talab al-Sana quiere enviar a los estudiantes a Libia. Pero este rimbombante y enérgico legislador no dijo dónde está contemplando enviar a estos estudiantes, o lo que él espera que aprendan en Libia. Tal vez para el Instituto libio de nanobordados, o bien la Academia de Ciencias de la Barbacoa de Libia.
Después de la adulación, el gran líder, Su Majestad el Rey de Reyes y el Emperador de Emperadores, parece ser que posó con sus invitados y les dio dos solidas horas de teorías infantiles. Les pidió, entre otras cosas, tener dos, tres o cuatro esposas, y tener muchos hijos. Ninguno de ellos tuvo alguna palabra que decir en respuesta.
Hay que decirlo alto y claro: no sólo son un insulto a la inteligencia estos viajes de los representantes árabes dedicados a rendir vasallaje a los déspotas árabes, sino que también dañan la justa lucha de la minoría árabe de este país . Sólo por ir a esos lugares y decir lo que dicen allí, se profundiza en la sociedad israelí el rechazo general a los árabes, un rechazo contra el que se ha estado librando una justa batalla durante años. Al no resistir la tentación de aceptar las invitaciones de los dictadores árabes, quienquiera que sea, se convierten en herramientas de esos dictadores.
Sorprendentemente, entre los participantes en el banquete se encontraban miembros de partidos políticos como Balad, un partido que blande la bandera de "Un estado de todos sus ciudadanos", y el partido Hadash, que día tras día pone de relieve que se trata de un partido judeo-árabe. De repente, todos esos diputados se olvidaron de que han hecho un juramento de lealtad al Estado de Israel en la Knesset, y a quién representan y para qué se supone que los representan. Se olvidaron de que "todos sus ciudadanos" significa también los ciudadanos judíos. Se olvidaron de que una fiesta "judeo-árabe" también debe incluir a judíos. Se olvidaron en fin, de todos esos objetivos y consignas respetables y todo para ir volando a refugiarse a la tienda de un desconocido.
Delegaciones como estas revelan la inmadurez civil, política y nacional del liderazgo de los árabes de este país. Nos muestra el abandono crónico emocional, social y político que sufren los ciudadanos árabes y sus líderes.
Este viaje a Libia ha puesto al descubierto la miseria del pueblo que ellos dicen representar y de esa sociedad árabe israelí que dicen liderar. Los ciudadanos árabes israelíes se merecen un liderazgo mucho mejor, uno al menos serio y maduro.
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Haaretz, April 29, 2010
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